Talvez en algún momento de
tu vida te has encontrado con una persona que evita hablar, una persona que
actúa de forma extraña cuando la saludas, una persona que responde con frases
muy cortas y que a veces esas respuestas no coinciden del todo con aquello que
preguntaste, una persona que mantienen sus audífonos puestos todo el día,
una persona que prefieren leer en vez de ir a una fiesta, una persona como yo.
Nos definen como esos
bichos raros antipáticos que no nos gusta socializar, eso prejuicios son
comunes al crear un concepto de lo que somos, pocas personas entienden que
nuestra personalidad, nuestra forma de ser, es de esa manera, nuestros temores
están presentes como en todos los seres humanos, puede que algunos sientan
temor de una serpiente, nosotros sentimos temor al hablar en público, puede que
algunos sientan nervios en un parcial, nosotros morimos de los nervios cuando
alguien desconocido intenta establecer una conversación, puede que algunos
crean que es fácil llegar saludar, sonreír y tener un nuevo compañero, para
nosotros esos tres insignificantes momentos son una misión imposible.
Ahora bien, cuando se rompe
esa barrera y se logra tener un compañero (a) o un amigo (a) tendemos a
“embarrarla” constantemente, no sabemos qué decir, o lo que decimos no es lo
adecuado, gracias a esto son más las personas que salen de nuestras vidas que
las que entran, por qué sucede esto? Los
introvertidos “aprendemos sobre cómo ser sociables viendo a las relaciones
amistosas de los demás”, debido a que es muy poco el contacto que se tiene con otras personas, por ende, todo
el entrenamiento que hemos tenido para hablar con las personas se basa en
suposiciones, en lo que creemos que va a funcionar, y en la mayoría de veces
fallamos por lo que dijimos, por como lo dijimos, por la cara que pusimos, por
el momento en el que lo dijimos, por cualquier cosa, cualquier aspecto puede
influir en la aceptación o el rechazo de la conversación.
Esto es algo en lo cual
quiero enfatizar: nosotros no lo hacemos con la intención de ofender,
despreciar o incomodar, cada persona que entra en la vida de un introvertido es
de gran relevancia, así como el extravertido necesita la soledad, el
introvertido necesita compartir, y cada una de estas personas va a ser valorada
y respetada de la mejor manera.
Y
recordemos el cerebro no distingue entre el dolor físico y el emocional, aunque
digamos que no, cada perdida duele.
Hasta la próxima
Brandon López Gómez
Bibliografia.
http://www.eduardpunset.es/3729/general/el-cerebro-no-distingue-entre-dolor-fisico-y-emocional
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